De los cuentos de Isabel

¿Dónde está el auto?
Recorría las calles buscando un lugar donde parquear. Mi vieja Santa Cruz amanecía con resaca, basura por todos lados, borrachos y trasnochados deambulaban. Al fin un muchachito me hizo señas en un parqueo, entré y estacioné el auto.
Luego me vi caminando por calles oscuras aún, tenía prisa, debía llegar ¿a dónde? Aún no lo sabía. Ah! Aquí es ... era una fiesta que estaba acabando, busqué por todos lados y no había la persona a quien yo quería ver, estaban algunos amigos, los saludé y seguí caminando, recorrí toda la casa y luego volví a las calles. Caminé y caminé sin encontrarlo. Cuando ya estaba cansada decidí volver al auto, miré para todos lados y no reconocí el lugar, ¡no recordaba donde había dejado el auto!
Caminé hasta un parqueo, no, no era allí, caminé hacia otro, parecía que ahí estaba el auto, no, no era el auto; me avisaron que había otro parqueo a una cuadra y me dirigí hacia allí, caminaba....
Ring – ring - sonó el despertador, ¡nunca sabré si encontré mi auto!.

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