Vida sin espejos


Vida sin espejos (cuento corto)
Por eso no tengo espejos. Anoche me sacaron una foto, ¿era yo esa gorda? No señores, yo no me veo así. La balanza podrá decir 80 y algo más de kilos, que para mis 1,57 cm se consideran obesidad, pero yo no me veo así. No es cuestión que me lo digan, no es cuestión que me regalen un espejo. Ni será necesario que me lleven a la psicóloga. Mi mente, mi corazón y mi espíritu me dicen lo delgada que soy, y eso para mí, basta.
Cuando cierro mis ojos me veo tal cual soy. Un ser hermoso, brillo con mi propia luz de amor y felicidad. No es una luz brillante, es un azul celeste que llena de paz. Y bailo, me muevo cadenciosa, aun cuando no percibo ninguna música.
Sintiendome así, delgada y radiante,  voy de compras. Miro las vitrinas y elijo un traje. Me molesta que me digan que no hay mi medida. Si ni siquiera me preguntó qué talla era. ¡Qué mala atención! En una tienda veo un vestido que me gusta, la señora que atiende muy amable, me indica donde probarme. Me queda perfecto, ella me explica que vende tallas especiales, yo no le presto mucha atención, supongo que la gente que compra ahí no es cualquiera, también es especial. A mí me gusta ser especial, única. Me quedo con el vestido.
Subo a un taxi para ir a la peluquería. Y allí cierro los ojos, mi ser baila, feliz. Eso es lo hermoso, bailar, moverme al ritmo de la música, cualquiera. Puede ser una salsa, un merengue, o, el nocturno de Chopin, y hasta alabanzas a Dios. Siempre me muevo con ritmo y gracia, con movimientos suaves y agradables. Siempre mi figura delgada se goza de la armonía y el ritmo, es feliz con cada movimiento.
En la peluquería, me hacen una fiesta al llegar porque hacía tiempo que no los visitaba. Pero cuando digo que me quiero cortar el pelo muy cortito me salen con que eso no le queda, la hará ver más gorda, me dicen. Callo a todos con una mirada asesina. Les respondo que eso piensan ellos. A mí siempre me quedó el cabello corto, va con mi cara delgada.
Esa noche llego a mi hogar radiante, y para provocar un comentario de mis hijos y de mi marido, pongo música y bailo. Ellos me miran sonriendo y me dicen ¡cambiaste de loock! Te queda bien y la mirada de ellos me basta. Confirmo que así como me siento, me ven ellos y eso es suficiente. ¡Para qué quiero espejos! En eso sacan la cámara y congelan la imagen en el tiempo ¡Para qué quiero espejos!


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