La mujer virtuosa
¡Misericordia Dios mío! Yo no soy la mujer virtuosa de la que hablan en Proverbio 31.
Sirva el amor que siento y me ampare tu bondad.
Ten en cuenta la entrega que te hago: cuerpo, alma y mente
Con todas mis miserias y mis debilidades.
Te imploro, de rodillas, que aumentes
mi fe, mi esperanza y mi caridad,
Te pido, de corazón, que me llenes
de tu Santo Espíritu, con dones y carismas.
Para asemejarme a la mujer virtuosa que tu esperas, como la que describe Proverbio 31.
Sirva el amor que siento y me ampare tu bondad.
Ten en cuenta la entrega que te hago: cuerpo, alma y mente
Con todas mis miserias y mis debilidades.
Te imploro, de rodillas, que aumentes
mi fe, mi esperanza y mi caridad,
Te pido, de corazón, que me llenes
de tu Santo Espíritu, con dones y carismas.
Para asemejarme a la mujer virtuosa que tu esperas, como la que describe Proverbio 31.
Poema en honor a la
mujer perfecta
(Proverbio 31,10-31)
Una
mujer de carácter, ¿dónde hallarla?
Es
mucho más preciosa que una perla.
Sabe
su esposo que de ella puede fiarse:
con
ella saldrá siempre ganando.
Le
reporta felicidad, sin altibajos,
durante
todos los días de su vida.
Ella
se ha conseguido lana y lino
porque
trabaja con manos hacendosas.
Como
los barcos de los comerciantes,
hace
que su pan venga de lejos.
Se
levanta cuando aún es de noche
para
dar de comer a los de su casa.
¿Tiene
idea de un campo? Ya lo compró:
una
viña que pagó con su trabajo.
Se
pone con ardor a trabajar
porque
tiene en sus brazos el vigor.
Vio
que sus negocios iban bien,
su
lámpara no se apagó toda la noche:
sus
manos se ocupaban en la rueca,
al
huso sus dedos daban vuelta.
Le
tendió la mano al pobre,
la
abrió para el indigente.
No
le hace temer la nieve por los suyos
porque
todos tienen abrigos forrados.
Para
ella se hizo cobertores,
y lleva
un vestido de lino y de púrpura.
Su
marido es conocido entre los oficiales,
porque
se sienta entre los ancianos del país.
Vende
telas que ha teñido,
hasta
el comerciante le compra un cinturón.
Va
irradiando salud y dignidad,
mira
con optimismo el porvenir.
Lo
que dice es siempre muy juicioso,
tiene
el arte de transmitir la piedad.
Atenta
a las actividades de su mundo,
no
es de aquellas que comen sin trabajo.
Sus
hijos quisieron felicitarla,
su
marido es el primero en alabarla:
«¡Las
mujeres valientes son incontables,
pero
tú a todas has superado!»
¡El
encanto es engañoso, la belleza pasa pronto,
lo
admirable en una dama es la sabiduría!
Reconózcanle
el trabajo de sus manos:
un
público homenaje merecen sus obras.
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