Salmos que iluminan mi alma

Salmo 1,1-2.3.4.6.

¡Feliz el hombre
que no sigue el consejo de los malvados,
ni se detiene en el camino de los pecadores,
ni se sienta en la reunión de los impíos,
sino que se complace en la ley del Señor
y la medita de día y de noche!

El es como un árbol
plantado al borde de las aguas,
que produce fruto a su debido tiempo,
y cuyas hojas nunca se marchitan:
todo lo que haga le saldrá bien.

No sucede así con los malvados:
ellos son como paja que se lleva el viento.
Porque el Señor cuida el camino de los justos,
pero el camino de los malvados termina mal. 

Salmo 106(105),3-4.35-36.37.40.

¡Felices los que proceden con rectitud,
los que practican la justicia en todo tiempo!
Acuérdate de mi, Señor,
por el amor que tienes a tu pueblo;

visítame con tu salvación,
se mezclaron con los paganos
e imitaron sus costumbres;
rindieron culto a sus ídolos,

que fueron para ellos una trampa.
Sacrificaron en honor de los demonios
a sus hijos y a sus hijas;
por eso el Señor se indignó contra su pueblo

y abominó de su herencia.



Salmo 51(50),3-4.5-6a.6bc-7.10-11.
¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,
por tu gran compasión, borra mis faltas!
¡Lávame totalmente de mi culpa
y purifícame de mi pecado!

Porque yo reconozco mis faltas
y mi pecado está siempre ante mí.
Contra ti, contra ti sólo pequé
e hice lo que es malo a tus ojos.

Por eso, será justa tu sentencia
y tu juicio será irreprochable;
yo soy culpable desde que nací;
pecador me concibió mi madre.

Anúnciame el gozo y la alegría:
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta tu vista de mis pecados
y borra todas mis culpas.


SALMO 132 (131)

Canto de peregrinación.

Acuérdate, Señor, en favor de David,

de todos sus desvelos,

2 del juramento que prestó al Señor,

del voto que hizo al Fuerte de Jacob:

3 «No entraré bajo el techo de mi casa

ni me acostaré en mi propio lecho;

4 no daré descanso a mis ojos

ni reposo a mis párpados,

5 hasta que encuentre un lugar para el Señor,

una Morada para el Fuerte de Jacob».

6 Sí, oímos hablar del Arca de Efratá,

y la encontramos en los campos de Jaar.

7 ¡Entremos en su Morada,

postrémonos ante el estrado de sus pies!

8 ¡Levántate, Señor, entra en el lugar de tu Reposo,

tú y tu Arca poderosa!

9 Que tus sacerdotes se revistan de justicia

y tus fieles griten de alegría.

10 Por amor a David, tu servidor,

no rechaces a tu Ungido.

11 El Señor hizo un juramento a David,

una firme promesa, de la que no se retractará:

«Yo pondré sobre tu trono

a uno de tus descendientes.

12 Si tus descendientes observan mi alianza

y los preceptos que yo les enseñaré,

también se sentarán sus hijos

en tu trono para siempre».

13 Porque el Señor eligió a Sión,

y la deseó para que fuera su Morada.

14 «Este es mi Reposo para siempre;

aquí habitaré, porque lo he deseado.

15 Yo lo bendeciré con abundantes provisiones

y saciaré de pan a sus pobres;

16 revestiré a los sacerdotes con la salvación,

y sus fieles gritarán de alegría.

17 Allí haré germinar el poder de David:

yo preparé una lámpara para mi ungido.

18 Cubriré de vergüenza a sus enemigos,

y su insignia real florecerá sobre él».


Salmo 117(116),1.2.

¡Alaben al Señor, todas las naciones,
glorifíquenlo, todos los pueblos!

Porque es inquebrantable su amor por nosotros,
y su fidelidad permanece para siempre.

¡Aleluya!

Salmo 50

CONFESIÓN DEL PECADOR ARREPENTIDO

Renovaos en la mente y en el espíritu y vestíos de la nueva condición humana (Cf. Ef 4, 23-24).

Misericordia, Dios mío, por tu bondad;
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado.
 
Pues yo reconozco mi culpa,
tengo siempre presente mi pecado:
contra ti, contra ti solo pequé,
cometí la maldad que aborreces.
 
En la sentencia tendrás razón,
en el juicio brillará tu rectitud.
Mira, que en la culpa nací,
pecador me concibió mi madre.
 
Te gusta un corazón sincero,
y en mi interior me inculcas sabiduría.
Rocíame con el hisopo: quedaré limpio;
lávame: quedaré más blanco que la nieve.
 
Hazme oír el gozo y la alegría,
que se alegren los huesos quebrantados.
Aparta de mi pecado tu vista,
borra en mí toda culpa.
 
¡Oh Dios!, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme;
no me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu.
 
Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso:
enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti.
 
Líbrame de la sangre, ¡oh Dios,
Dios, Salvador mío!,
y cantará mi lengua tu justicia.
Señor, me abrirás los labios,
y mi boca proclamará tu alabanza.
 
Los sacrificios no te satisfacen;
si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.
Mi sacrificio es un espíritu quebrantado:
un corazón quebrantado y humillado
tú no lo desprecias.
 
Señor, por tu bondad, favorece a Sión,
reconstruye las murallas de Jerusalén:
entonces aceptarás los sacrificios rituales,
ofrendas y holocaustos,
sobre tu altar se inmolarán novillos.

Ant. Aceptarás los sacrificios, ofrendas y holocaustos, sobre tu altar, Señor.


Salmo 41DESEO DEL SEÑOR Y ANSIAS DE CONTEMPLAR EL TEMPLO
El que tenga sed y quiera, que venga a beber el agua de la vida (Ap 22, 17).

Como busca la cierva
corrientes de agua,
así mi alma te busca
a ti, Dios mío;

tiene sed de Dios,
del Dios vivo:
¿cuándo entraré a ver
el rostro de Dios?

Las lágrimas son mi pan
noche y día.
mientras todo el día me repiten:
"¿Dónde está tu Dios?"

Recuerdo otros tiempos,
y desahogo mi alma conmigo:
cómo marchaba a la cabeza del grupo,
hacia la casa de Dios,
entre cantos de júbilo y alabanza,
en el bullicio de la fiesta.

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
"Salud de mi rostro, Dios mío".

Cuando mi alma se acongoja,
te recuerdo
desde el Jordán y el Hermón
y el Monte Menor.

Una sima grita a otra sima
con voz de cascadas:
tus torrentes y tus olas
me han arrollado.

De día el Señor
me hará misericordia,
de noche cantaré la alabanza
del Dios de mi vida.

Diré a Dios: "Roca mía,
¿por qué me olvidas?
¿Por qué voy andando, sombrío,
hostigado por mi enemigo?"

Se me rompen los huesos
por las burlas del adversario;
todo el día me preguntan:
"¿Dónde está tu Dios?"

¿Por qué te acongojas, alma mía,
por qué te me turbas?
Espera en Dios que volverás a alabarlo:
"Salud de mi rostro, Dios mío".



Salmo 71(70),3-4a.5-6ab.16-17.

Sé para mí una roca protectora, Señor,
tú que decidiste venir siempre en mi ayuda,
porque tú eres mi Roca y mi fortaleza.
¡Líbrame, Dios mío, de las manos del impío!

Porque tú, Señor, eres mi esperanza
y mi seguridad desde mi juventud.
En ti me apoyé desde las entrañas de mi madre;
desde el seno materno fuiste mi protector.

Vendré a celebrar las proezas del Señor,
evocaré tu justicia, que es sólo tuya.
Dios mío, tú me enseñaste desde mi juventud,

y hasta hoy he narrado tus maravillas.


Salmo 144 (143) 1-3, 15
Bendito sea el Señor, Roca mía, que mis manos adiestra para el combate y mis dedos para la batalla.
Él es mi refugio y mi baluarte, mi fortaleza y mi libertador, mi escudo en que me amparo, él humilla a los pueblos a mis pies.
Dichoso el pueblo que esta suerte tiene, dichoso el pueblo cuyo Dios es el Señor.

Salmo 116
Tú me has librado de la muerte.—
«Andaré en presencia del Señor en la tierra de los vivientes». Con todos los que Dios salvó de la muerte, con Jesús nuestro Salvador, expresamos nuestra gratitud.
 ¡Aleluya!
Amo al Señor porque escucha
 el clamor de mi plegaria
 Inclinó hacia mí su oído
 el día en que lo llamé.
 Me envolvían los lazos de la muerte,
estaba preso en las redes fatales,
 me ahogaban la angustia y el pesar,
 pero invoqué el nombre del Señor:
 «¡Ay, Señor, salva mi vida!»
 El Señor es muy bueno y justo,
 nuestro Dios es compasivo
 El Señor cuida de los pequeños,
 estaba débil y me salvó.
 Alma mía, vuelve a tu descanso,
 que el Señor cuida de ti.
 Ha librado mi alma de la muerte,
 de lágrimas mis ojos
 y mis pies de dar un paso en falso.
Caminaré en presencia del Señor
 en la tierra de los vivos.
Tenía fe, aun cuando me decía:
 «Realmente yo soy un desdichado».
 Pensaba en medio de mi confusión:
 «¡Todo hombre decepciona!»
 ¿Cómo le devolveré al Señor
 todo el bien que me ha hecho?
 Alzaré la copa por una salvación
 e invocaré el nombre del Señor
 cumpliré mis promesas al Señor
 en presencia de todo su pueblo.
 Tiene un precio a los ojos del Señor
 la muerte de sus fieles:
 «¡Mira, Señor, que soy tu servidor,
 tu servidor y el hijo de tu esclava:
 tú has roto mis cadenas!»
 Te ofreceré el sacrificio de acción de gracias
 e invocaré el nombre del Señor.
 Cumpliré mis promesas al Señor
 en presencia de todo su pueblo,
 en los atrios de la casa del Señor,
 en medio de ti, Jerusalén.

Salmos, 42

2. Como anhela la cierva estar junto al arroyo, así mi alma desea, Señor, estar contigo.

3. Sediento estoy de Dios, del Dios de vida; ¿cuándo iré a contemplar el rostro del Señor?

4. Lágrimas son mi pan de noche y día, cuando oigo que me dicen sin cesar: "¿Dónde quedó su Dios?"

5. Es un desahogo para mi alma, acordarme de aquel tiempo, en que iba con los nobles hasta la casa de Dios, entre vivas y cantos de la turba feliz.

6. ¿Qué te abate, alma mía; ¿por qué gimes en mí? Pon tu confianza en Dios que aún le cantaré a mi Dios Salvador.

7. Mi alma está deprimida, por eso te recuerdo desde el Jordán y el Hermón a ti, humilde colina.

8. El eco de tus cascadas resuena en los abismos, tus torrentes y tus olas han pasado sobre mí.

9. Quiera Dios dar su gracia de día, y de noche a solas le cantaré, oraré al Dios de mi vida.

10. A Dios, mi Roca, le hablo: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué debo andar triste, bajo la opresión del enemigo?

11. Mis adversarios me insultan y se me quiebran los huesos al oír que a cada rato me dicen: "¿Dónde quedó tu Dios?"


12. ¿Qué te abate, alma mía; por qué gimes en mí? Pon tu confianza en Dios que aún le cantaré a mi Dios salvador.

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