Meditaciones bíblicas

Del santo Evangelio según san Lucas 2, 33-35

Su padre y su madre estaban admirados de lo que se decía de él. Simeón les bendijo y dijo a María, su madre: "Este está puesto para caída y elevación de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción -¡y a ti misma una espada te atravesará el alma! - a fin de que queden al descubierto las intenciones de muchos corazones."




Meditación

Si el ángel Gabriel se me hubiera aparecido a mi para decirme que iba a ser madre del Hijo de Dios, yo hubiera soñado con las grandezas y bellezas como esas historias de reyes y príncipes de los cuentos de hadas.
Sin embargo, si meditamos con María, cada uno de los misterios del Rosario, vemos dolor y sufrimiento, pero sobre todo  amor,  perdón,  humildad,  paciencia,  entrega, en fin todos los ejemplos y dones del Espíritu Santo que Dios nos quiere regalar a todos y cada uno de nosotros.
Que el dolor de Jesús y María nos ayude a comprender la voluntad del Padre en nuestras vidas. No siempre será lo que soñamos, ni todo será alegría pero todo lo que vivamos será lo necesario para crecer fisica, emocional y espiritualmente camino al Reino de Dios.
Miremos la vida de María y como ella guardemos en el corazón lo que no entendemos, siempre orando y meditando, esperando en el amor de Dios.




Eclesiatés 3, 1-15
Hay bajo el sol un momento para todo, y un tiempo para hacer cada cosa:
Tiempo para nacer, y tiempo para morir
tiempo para plantar, y tiempo para arrancar lo plantado
tiempo para matar y tiempo para curar
tiempo para demoler y tiempo para edificar
tiempo para llorar y tiempo para reír
tiempo para gemir y tiempo para bailar
tiempo para lanzar piedras y tiempo para recogerlas
tiempo para los abrazos y tiempo para abstenerse de ellos
tiempo para buscar y tiempo para perder
tiempo para conservar y tiempo para tirar fuera
tiempo para rasgar y tiempo para coser
tiempo para callarse y tiempo para hablar
tiempo para amar y tiempo para odiar
tiempo para la guerra y tiempo para la paz.
Al final ¿qué provecho saca uno de sus afanes?
El hombre, enfermo de eternidad
Me puse a considerar la tarea que Dios impone a los hombres para humillarlos.  Todo lo que él hace llega a su tiempo
Vi entonces que su verdadero bien es la alegría y hacer el bien durante su vida.  Si uno puede comer y beber, si encuentra la felicidad en su trabajo, eso es un don de Dios.   Vi que todo lo que hace Dios perdura para siempre
Lo que es ya existió

Reflexión
No hay nada nuevo bajo el sol, porque será nuevo para nosotros pero no para Dios.  Lo que es ya existió. Es por ello que debemos confiar en quien todo lo sabe, porque existe desde siempre.
Y Él nos dice que hay un tiempo para todo. Pero lo más importante es tomar conciencia que los tiempos de Dios no son iguales a los nuestros. Por ello debemos aprender a vivir cada día con las alegrías y tristezas, con las pruebas o con los éxitos, con aquello que llegue, sea que lo consideremos bueno o malo. Sólo Dios sabe lo que es bueno o malo para nosotros y en Él debemos confiar. Mientras tanto vivíamos el día con amor, dedicación, paciencia y entrega, venga lo que venga. Siempre orando y ofreciendo lo que vivimos a Dios y decir como el Qohelet: “Vi entonces que su verdadero bien es la alegría y hacer el bien durante su vida.  Si uno puede comer y beber, si encuentra la felicidad en su trabajo, eso es un don de Dios.   Vi que todo lo que hace Dios perdura para siempre.”


ZACARÍAS
Pues bien, esto es lo que Yavé decía por sus profetas: “Tomen decisiones justas, actúen con sinceridad, sean compasivos con sus hermanos.  No opriman a la viuda ni al huérfano, al extranjero ni al pobre” (Zac. 7, 9-10)
No bajen sus manos desalentados, les dice Yavé de los Ejércitos. Recuerden lo que les fue dicho por los profetas en aquel día en que se puso la primera piedra para reconstruir el Santuario del Señor. Pues antes ni los hombres recibían su salario ni los animales su alimento. Pero ahora, voy a tratar a los sobrevivientes de este pueblo en forma distinta al pasado, dice Yavé. Pues yo sembraré la paz; la viña dará uva; la tierra, sus productos; el cielo entregará su rocío. Todo esto se lo daré a lo que queda de este pueblo. Así como antes ustedes, gente de Judá y de Israel, eran una raza maldita para todo el mundo, así también ahora yo los salvaré para que sean felicitados por todos. ¡No se desalienten, pues, y tengan confianza!.
Esto es lo que dice Yavé: Así como yo estaba resuelto a castigarlos cuando sus padres me disgustaron, sin que diera muestras de ceder, así también ahora, cambiando de parecer, he decidido tratar bien a Jerusalén y a la gente de Judá. No teman, pues.
Esto es lo que deben hacer: Díganse la verdad unos a otros, y cuando juzguen, pronuncien sentencias justas. no anden pensando cómo perjudicar a otro; no sean amigos de jurar en falso. Porque éstas son las cosas que aborrezco, dice Yavé. (Zac 8, 9-17)

Reflexión

Muchas veces no queremos escuchar lo que Dios nos dice. Él nos instruye para que recibamos su gracia y su bendición. La tarea no es fácil ni sencilla pero es muy clara:
-          Tomar decisiones justas
-          Actuar con sinceridad
-          Ser compasivos con los demás
-          Tratar bien a la viuda y al huérfano, al extranjero y al pobre

¡Y la promesa! Qué maravilla Dios nos exije pero también nos promete y ¡El cumple sus promesas!

Si hacemos lo que nos pide El:
-          Sembrará paz
-          Nos dará abundancia (la viña dará uva, la tierra sus productos)
-          ¡Nos salvará! ¿De qué? Del pecado, del mal
Y nos aconseja:
-          Tengan confianza
-          No se desalienten
-          No teman
Pero nos recomienda, nuevamente:
-          Digan la verdad
-          Cuando juzgues, sean justos
-          No piensen en perjudicar al otro
-          No juren en falso

Oración


Sólo con tu gracia, Señor, puedo cumplir tus mandatos. Limpia y libera mi alma de todo pecado y maldad. Lléname con tu amor y tu misericordia. Ven Espíritu Santo, Espíritu de Dios para cambiar este mi corazón de piedra, dame uno de carne, semejante al tuyo Jesúscristo, mi Salvador, manso y humilde, dispuesto a cumplir los mandatos de mi Dios Trino de Amor, mi Señor.



REFLEXIONES CON EFESIOS
En la introducción al libro de los Efesios dice que “el mundo ha sido creado para los hombres, para que de ellos emerja el Hombre Nuevo, una única familia en Cristo. Todos se reunirán, cada uno en su lugar, alrededor de una persona capaz de acogerlos a todos y a cada uno en su propia plenitud”.
¡Qué maravillosa promesa!
En el capítulo 1 nos presenta a ese Hombre Nuevo, que nos acogerá a todos y a cada uno. “En él y por su sangre fuimos rescatados, y se nos dio el perdón de los pecados, fruto de su generosidad inmensa que se derramó sobre nosotros.” (Ef. 1,7-9)
“Pues Dios quiso reunir en él, cuando llegara la plenitud de los tiempos, tanto a los seres celestiales como a los terrenales” (EF. 1,10)
En ese proyecto de Dios entramos nosotros. “También ustedes, al escuchar la Palabra de la Verdad, el Evangelio que los salva, creyeron en él, quedando sellados con el Espíritu Santo prometido” (Ef. 1,13).
Al escuchar la Palabra de Dios y creer en Él somos sellados por el Espíritu Santo.  Por eso dice el profeta “Por tu fe has sido salvado” – Fe es creer en lo que se espera, como si ya lo hubieras recibido - Pero esta fe, es una gracia de Dios, es un don que Él nos da.
“Pero Dios es rico en misericordia: ¡con qué amor tan inmenso nos amó!” (EF. 2,4) Al declarar nuestra fe, accedemos al amor de Dios, por ese amor fuimos salvados.  “Ustedes han sido salvados por la fe, y lo han sido por gracia. Esto no vino de ustedes, sino que es un don de Dios; tampoco lo merecieron por sus obras, de manera que nadie tiene por qué sentirse orgulloso. Lo que somos es obra de Dios: hemos sido creados en Cristo Jesús con miras a las buenas obras que Dios dispuso de antemano para que nos ocupáramos en ellas” (Ef. 2,8-10).

Hacia el hombre perfecto
En esta carta a los Efesios, Pablo nos da pautas para ser el hombre perfecto, según la perfección de Dios, no la humana. Son diferentes. Pablo nos exhorta:
  1. A ser: “Sean humildes y amables, sean comprensivos y sopórtense unos a otros con amor. Mantengan entre ustedes lazos de paz y permanezcan unidos en el mismo espíritu.” (Ef. 4,2)
  2. A tener: “Un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo, un solo Dios y Padre de todos, que está por encima de todos, que actúa por todos y está en todos.” (Ef. 4,5-6)
  3. A reconocer: “Cada uno de nosotros ha recibido su talento y Cristo es quien fijó la medida de sus dones para cada uno.” (Ef. 4,7)

  1. A revestirnos del hombre nuevo: “Revístanse, pues, del hombre nuevo, el hombre según Dios que él crea en la verdadera justicia y santidad“(Ef. 4, 24) . Y para ello esto tenemos que hacer (EF. 4, 24-32):
    1. “Por eso no más mentiras; que todos digan la verdad a su prójimo”
    2. “Enójense, pero sin pecar; que el enojo no les dure hasta la puesta del sol”
    3. “El que robaba, que ya no robe, sino que se fatigue trabajando con sus manos en algo útil”
    4. “No salga de su boca ninguna palabra mala, sino la palabra que hacía falta y que deja algo a los oyentes”
    5. “Arranquen de raíz de entre ustedes disgustos, arrebatos, enojos, gritos, ofensas y toda clase de maldad”
    6. “Sean buenos y comprensivos unos con otros, perdonándose mutuamente como Dios los perdonó en Cristo”.
  2. También, Pablo nos invita a imitar a Dios, siguiendo el camino del amor, a ejemplo de Cristo. “Sigan el camino del amor, a ejemplo de Cristo, que nos amó y se entregó por nosotros, como esas ofrendas y víctimas cuyo olor agradable subía a Dios” (Ef. 5, 2). ¿Cómo hacerlo? Aquí nos dice (Ef. 5; 6):
    1. “Pórtense como hijos de la luz, con bondad, con justicia y según la verdad, pues ésos son frutos de la luz”
    2. “Busquen lo que agrada al Señor”
    3. “Examinen, pues con mucho esmero su conducta”
    4. “Intercambien salmos, himnos y cánticos espirituales. Que el Señor pueda oír el canto y la música de sus corazones”
    5. “Expresen su respeto a Cristo siendo sumisos los unos a los otros. Lo sean así las  esposas a sus maridos”
    6. “Que la esposa, pues, se someta en todo a su marido, como la iglesia se somete a Cristo”
    7. “Maridos, amen a sus esposas como Cristo amó a la Iglesia y se entregó a sí mismo por ella”
    8. “Cada uno ame a su esposa como a si mismo, y la mujer, a su vez, respete a su marido”
    9. “Hijos, obedezcan a su padres”
    10. “Padres no sean pesados  con sus hijos, sino más bien edúquenlos usando las correcciones y advertencias que pueda inspirar el Señor”
    11. “Siervos, obedezcan a sus patrones de este mundo con respeto y responsabilidad, con corazón sincero, como quien obedece a Cristo”
    12. “Hagan su trabajo con empeño, por el Señor y no por los hombres”
    13. “Y ustedes, patrones, actúen con sus siervos de la misma manera y dejen de lado las amenazas”
    14. “Fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza”
    15. “Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo”
  3. Pónganse la armadura de Dios (Ef. 13-18):
    1. Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza;
    2. Tengan buen calzado, estando listos para propagar el Evangelio de la paz.
    3. Tengan siempre en la mano el escudo de la fe, y así podrán atajar la flechas incendiarias del demonio.
    4. Usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, o sea, la Palabra de Dios.
    5. Vivan orando y suplicando. Oren en todo tiempo según les inspire el Espíritu.
    6. Velen en común y perseveren en sus oraciones, sin desanimarse nunca, intercediendo a favor de todos los santos, sus hermanos.
Reflexión final
No se trata de hacer todo lo que nos aconseja Pablo de buenas a primeras.
Muchas veces no entenderemos lo que nos pide, en otras ocasiones interpretaremos mal el mandato, y ocurrirá que, a pesar de nuestros esfuerzos, alguna vez fallaremos. No importa el tiempo, Dios en su misericordia y bondad, se fijará en nuestro esfuerzo y nos dará el tiempo que necesitamos, para convertirnos en el Ser Perfecto que Él quiere que seamos.
Tratemos de cumplir con las indicaciones aquí dadas, día a día, una por una, y podremos disfrutar de los frutos del Espíritu de Dios, para su Gloria y Honor.





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