JUSTICIA Y MISERICORDIA

EN TUS MANOS ESTÁ 

LA JUSTICIA Y LA MISERICORDIA


Un sacerdote me enseñó cómo practicar la justicia y la misericordia en el trabajo y  he aprendido a usar esta técnica en mis relaciones interpersonales de una manera efectiva y positiva.

"Tienes en tus manos decidir", me dijo. "Con una mano practica la justicia. ¿Cómo lo sabés que lo estás haciendo? Es relativamente fácil", me explicó; "Ve, observa, aprende de las leyes humanas y de las divinas ¿Qué te dicen? Si estás en el trabajo cumple las normas de tu empresa, también con las disposiciones gubernamentales y las leyes que rigen en tu país. En casa, con tu familia y con tus amigos, fijate en las normas y los valores sociales y espirituales." Si hacés esto estarás practicando la justicia.

"Pero no te cierres a la misericordia", agregó. "Recuerda que con la otra mano debes dar amor, debes practicar la caridad. Cuando la justicia es muy dura de cumplir y el otro, tu hermano, tu prójimo, necesita que lo sostengás, que lo comprendás, que lo perdonés, que lo amés... es cuando debes suavizar la justicia con el amor misericordioso".

Recordé el pasaje bíblico que habla de la misericordia: Mateo 18, 26-35

La parábola del servidor despiadado
Por eso, el Reino de los Cielos se parece a un rey que quiso arreglar las cuentas con sus servidores. Comenzada la tarea, le presentaron a uno que debía diez mil talentos. Como no podía pagar, el rey mandó que fuera vendido junto con su mujer, sus hijos y todo lo que tenía, para saldar la deuda. El servidor se arrojó a sus pies, diciéndole: "Señor, dame un plazo y te pagaré todo". El rey se compadeció, lo dejó ir y, además, le perdonó la deuda. Al salir, este servidor encontró a uno de sus compañeros que le debía cien denarios y, tomándolo del cuello hasta ahogarlo, le dijo: "Págame lo que me debes". El otro se arrojó a sus pies y le suplicó: "Dame un plazo y te pagaré la deuda". Pero él no quiso, sino que lo hizo poner en la cárcel hasta que pagara lo que debía. Los demás servidores, al ver lo que había sucedido, se apenaron mucho y fueron a contarlo a su señor. Este lo mandó llamar y le dijo: "¡Miserable! Me suplicaste, y te perdoné la deuda. ¿No debías también tú tener compasión de tu compañero, como yo me compadecí de ti?". E indignado, el rey lo entregó en manos de los verdugos hasta que pagara todo lo que debía. Lo mismo hará también mi Padre celestial con ustedes, si no perdonan de corazón a sus hermanos".

Dios nos de su gracia, el don de justicia y de misericordia, y también nos conceda la sabiduría necesaria para saber actuar de manera apropiada, en el momento y en el lugar correcto, de una manera justa, pero siempre con su amor. Que el Amor y Misericordia de Dios, prevalezca sobre todas las cosas, sobre todas nuestras situaciones y circunstancias.

Comentarios

Entradas populares de este blog

"Sáname Señor" - Ricky Penman Schmidt

¡Viva Santa Cruz!

Y al final me llamaron Patricia

LAUDATO SII, MI SIGNORE

Para elegir terapeuta