Calla el alma

Calla el alma,
aunque me acompaña
en el oído un zumbido.
Sereno el corazón,
 a pesar de una agenda apretada
que acelera mis pasos.
Vivo,
lo que me presenta el día,
todo lo tomo con calma,
hasta el molesto silbido,
que distrae la razón,
pero nada importa,
sólo me contiene la alegría
de saberme amada,
de sentirme sostenida
en tus divinos abrazos.

Gracias Virgencita María,
por guiarme en mi vida,
por tus consuelos,
por darme tu amor,
por llevarme a Jesús.


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