En navidad, esconderse, postrarse, desandar y ponerse a la puerta de la cueva

 Qué hermosas palabras que hoy me llegaron a través de la reflexión del Padre Miguel Marquez, actual Padre General del Carmelo Descalzo, 

ESCONDERSE, POSTRARSE, DESANDAR 

Y PONERSE A LA PUERTA DE LA CUEVA


Tan a tiempo llegan, resuenan en mi corazón y me invitan a vivir una Navidad de encuentro con el Amor, adorando y amando a Dios.

Dice el padre Miguel...

Escóndete (1 Re17, 3)...una invitación a retirarse para encontrar otra forma de sentir. Invitación a recuperar ese lugar que has perdido queriendo contentar a otros, queriendo vivir en el aplauso de otros. De ahí siempre se deduce la tristeza. Escóndete de las miradas de «otros» y asienta tu tienda junto a una fuente. ... Escóndete, rompe tu afán de justificarte con actividad, con eficacia, con éxito. Escóndete de tener la respuesta adecuada a los problemas que se te plantean, escóndete de ser aquel que resuelve bien los conflictos, escóndete de resultar amable a la mayoría, escóndete de responder a la imagen que se espera de ti… Si Él te pide que te escondas es para que vuelvas a escuchar el sonido del agua que cae a la fuente, no sea que hayas olvidado cómo suena libre tu silencio y tu voz, sin empresarios, sin ciegas sumisiones…Escóndete y espera… escóndete y escucha… escóndete y deja que se cure tu prisa y tu falta de alegría...

Póstrate (inclinarse a tierra) 1 Re 18, 42... Renunciar a que las cosas discurran como yo imagino o como yo desearía, supone entrar en esa actitud, nada común entre hombres y mujeres religiosos, de disponibilidad a lo nuevo, a lo no reconocido, a lo no nombrado. Aceptar cada mañana (cada instante) dejarse reconducir por una sabiduría mayor que mis planes, es una de las más difíciles tareas del creyente... La tierra recibirá tu frente contra el suelo y te recordará lo que eres: tierra que recibe lluvia, que está sedienta de agua, del torrente de Yahvé, el Dios vivo. Rompe tus cadenas; libera tu respiración entrecortada y ven a respirar aire limpio; atrévete a subir aquí a la montaña, conmigo, en mi soledad… Para adorar, para reconocer que hay una mirada posible más allá de tantas heridas, de tantos aparentes fracasos, de tantas aparentes pérdidas. Adorar es reconocer que no dominas todo, que la sorpresa está más allá de ti mismo. Póstrate, cae en silencio en tierra, sin el abrigo y la defensa de palabras disfrazadas, para reconocer que su poder y su grandeza son mayores que todas tus miserias. Porque la adoración nace de reconocer que yo no puedo todo.

Desanda (1 Re 19, 7) ... Desanda el camino por el desierto. El camino que otro tiempo anduvieron tus padres y que tienes que estrenar por ti. Vuelve sobre tus pasos, sobre lo que pretendes conocer de mí, y deja que te muestre mi nuevo rostro. ...Desanda el camino hacia la sencillez, simplifica la vida… rompe tu afán de acumular en todos los sentidos.... No aprisiones ni siquiera la idea que tienes de Dios, porque eso tampoco es Él. Has de volver a beber esa agua que mana limpia y que te hace vivir desde Su seguridad, que te hace gritar ¡VIDA!, aunque duela el corazón, aunque las ganas de tirar la toalla inunden tu alma.

Sal y ponte a la puerta de la cueva (1 Re 19, 11) ...Volver no es fácil, lo sabes. El camino parece endurecerse contra ti y todo alrededor se alía para impedir que avances. Sin embargo, nunca falta la mano del que puede más que tú, a pesar de tus dudas, a pesar de tus miedos… No tengas miedo. A la puerta de la cueva has de permanecer de pie, vigilante, para que nadie, con miedos y amenazas, te arrebate tu verdad, la que Alguien te devuelve hoy hecha de nuevo aire fresco que empapa tus pulmones de libertad. Una seguridad vuelve a invadir tu espíritu: Él viene, viene, viene siempre…

y termina con una invitación preciosa...

Ojalá sepamos escondernos, postrarnos, desandar y ponernos a la puerta de la cueva para adorar al Dios vivo que está siempre esperando, al Dios que llora nuestras penas por la noche y nos concede un nuevo día para volver a intentar la aventura de estar vivos. La vuelta a casa exige ponerte en pie… comienza un camino por estrenar… y un Dios por redescubrir, dejándole ser Tu Dios.

Dios Trino me de las gracias que necesito para que con toda humildad yo pueda esconderme, postrarme, desandar y ponerme a la puerta de la cueva para recibir a Jesús que viene a mi encuentro, en quien espero y a quien amo.



Si quieres leer el artículo completo del padre Miguel Márquez, te comparto el link:
https://cipecar.org/blogs-firmas/miguel-marquez/a-la-puerta-de-la-cueva/ponte-a-la-puerta-de-la-cueva-elias/

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