EPIFANÍA, Dios se manifiesta


EPIFANÍA, Dios se manifiesta, aunque yo no lo vea

Adoración de los Reyes Magos es una pintura al óleo 
sobre lienzo de Diego Velázquez 
fechada "1619" en una piedra al pie de la Virgen 
y conservada en el Museo del Prado desde su inauguración en 1819.

Este día, dedicado a los Reyes Magos, nos proporciona el momento perfecto para reflexionar, junto a Edith Stein, las manifestaciones de Dios en nuestras vidas. Descubrir ese trabajo invisible, a veces y muchas, invisible a nuestros propios ojos. Pero que Dios siempre lo va haciendo en nuestras almas, y que tarde o temprano, siempre a tiempo, se revela en nuestro mundo visible.

Y dice santa Teresa Benedicta de la Cruz, Edith Stein, sobre esto:

"... encontramos en los hombres que se reunieron en torno al pesebre una imagen clara de la Iglesia y de su desarrollo. Los representantes de la antigua dinastía real, a la cual le había sido prometido el Salvador del mundo, y los representantes del pueblo fiel constituyen el lazo de unión entre el Antiguo y Nuevo Testamento. Los Magos del Oriente representan a los gentiles, a quienes desde Judá les sería dada también la salvación. Así tenemos entonces una Iglesia construida por judíos y gentiles. Los Magos llegaron también al pesebre como representantes de aquellos que en todos los países y pueblos buscan la salvación. La gracia los había conducido hasta el pesebre de Belén, antes de que pertenecieran a la Iglesia visible. En ellos vivía un deseo puro de alcanzar la Verdad, que no se deja contener en las fronteras de las doctrinas y tradiciones particulares. Dios es la verdad y El quiere manifestarse a todos aquellos que le buscan con sincero corazón; por eso, tarde o temprano tenía que aparecerse la estrella a esos “sabios”, para conducirlos por el camino de la Verdad. Por eso se presentan ante la Verdad encarnada y postrados ante ella, depositan sus coronas a sus pies, pues todos los tesoros del mundo no son sino polvo en comparación con ella.
-        “Nosotros conocíamos ya a Dios, sin embargo sentíamos que El quería ser buscado y encontrado de una manera nueva. Por eso buscamos una estrella que nos indique el camino recto. Esa estrella se nos manifestó en la gracia de nuestra vocación.
Entreguemos al Niño Dios nuestros dones: “ el oro de un corazón liberado de los bienes terrenos; la mirra de la renuncia a la felicidad de este mundo, para recibir a cambio parte de la vida y de los sufrimientos de Cristo; y, finalmente, el incienso de una voluntad con altas aspiraciones, que se entrega totalmente para someterse a la voluntad divina. A cambio de esos dones  el Niño divino nos entrega su propia vida.
-        Debemos abandonar nuestra alma a las inspiraciones del espíritu Santo. No es necesario que experimentemos la “epifania” de  nuestra vida, sino que hemos de vivir en la certeza de fe de que, lo que el Espíritu de Dios obra escondidamente en nosotros, produce sus frutos en el reino celestial. Nosotros los veremos en la eternidad."

Y aquí estoy, postrada ante Tí, Dios Padre bendito, Dios Trino de Amor, para amarte y dejarme amar, para adorarte y glorificarte, hágase Tu Voluntad en mí, deposito mi vida en tu Altar.


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