Ante el Santísimo Sacramento

LLego a tí como gusano que se arrastra en tierra seca.
Entro en tu casa y mi rostro se ilumina.
Descubro que tengo corazón.
Cuando el sacerdote levanta tu cuerpo el milagro de la vida ocurre.
Me envuelvo en el capullo de tu amor y yo, crisálida, reposo allí, en tu perdón.
Tu bendición es como lluvia fresca que lava heridas, las sana, las cambia.
Voy hacia tu altar, y no soy más gusano ni soy crisálida; me transformas.
Soy una bella mariposa. Abro mis alas para disfrutar el encuentro contigo, mi Dios.
Sólo puedo sentir el gozo que me da energía; el amor que me reconforta; la piedad que me anima.
Te siento a Tí, Padre Amado, Dios Trino de Amor.



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