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Mostrando entradas de noviembre, 2013

La conversión

El camino de la conversión es largo, doloroso y a la vez gozoso. No es ser masoquista descubrir que en el dolor hay gozo, cuando el sufrimiento te eleva el espíritu y te sana las heridas del alma. La conversión no se da inmediato, es un proceso. Mientras no comprendamos eso, no seremos capaces de ser constantes y perseverantes en nuestro camino espiritual. Habrán tropiezos si, por eso los entendidos y con experiencias en este tema recomiendan vivir un día a la vez. La conversión no es sólo creer en Dios. Comienza con una experiencia espiritual y única que te marca la vida. A partir de ahí, si lo permitís y estás dispuesto a reconocer tus errores y faltas, a perdonar ofensas, a pedir perdón, y reconocer a Cristo como tu Salvador, empezás a sanar el alma. Y cuando comenzás a sanar las heridas del alma, vas recibiendo las gracias de Dios. Lo primero que hay que entender es que nuestro ser humano se compone de cuerpo, espíritu y alma. En el proceso de conversión podemos sanar las tres