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Mostrando entradas de junio, 2012

La civilización depresiva o el demonio de la acedia

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El demonio de la acedia (1 / 13) La Acedia es una tristeza por el bien, por los bienes últimos, es tristeza por el bien de Dios. Es una incapacidad de alegrarse con Dios y en Dios. Nuestra cultura está impregnada de Acedia. Autor: P. Horacio Bojorge | Fuente: La civilización depresiva. La acedia se encuentra instalada en forma de hábitos en las sociedades y en las culturas, de modo que se puede hablar de una verdadera civilización de la acedia y de esto trata este primer capítulo de esta serie. Estamos en una civilización de la acedia, no se diagnostica este mal de manera explícitamente religiosa y nuestro diagnóstico es religioso. Normalmente se habla de la sociedad depresiva, hace pocos años publicó el Padre Tony Anatrella, un jesuita francés, psicólogo social y psicólogo consultor de la Santa Sede, un libro que se llama “La Sociedad Depresiva” en el que nos dice que “la depresión no es solo la enfermedad más extendida en nuestra civilización, sino que es

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Nuestra Señora del Perpetuo Socorro Advocación Mariana, 27 de junio Patrona de los Padres Redentoristas y de Haití El icono original está en el altar mayor de la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de la Basílica de Santa María la Mayor en Roma. El icono de la Virgen, pintado sobre madera, de 21 por 17 pulgadas, muestra a la Madre con el Niño Jesús. El Niño observa a dos ángeles que le muestran los instrumentos de su futura pasión. Se agarra fuerte con las dos manos de su Madre Santísima quien lo sostiene en sus brazos. El cuadro nos recuerda la maternidad divina de la Virgen y su cuidado por Jesús desde su concepción hasta su muerte. Hoy la Virgen cuida de todos sus hijos que a ella acuden con plena confianza. Historia En el siglo XV un comerciante acaudalado de la isla de Creta (en el Mar Mediterráneo) tenía la bella pintura de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. Era un hombre muy piadoso y devoto de la Virgen María. Cómo habrá llegado a sus manos dicha pintura, no

Canción El Profeta (♫ Antes que te formaras ♫) II.

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Una canción que aprendí  a mis 13 años más o menos, y no la he olvidado. Recuerdo que despertó varios corazones dormidos, nos dio esperanza y mucha energía para cumplir el llamado de Dios. No quiero ser como las semillas que no dieron frutos. Jesús, abona mi tierra, remueve mis raíces, llename del Espíritu Santo para cumplir el mandato de Dios. Amén.